Artículo de opinión en El Norte de Castilla | "Evaluar para (re)construir", por Emilio Melero
En esta nueva etapa de incertidumbres que abordamos tras la superación del estado de alarma, las propuestas de reconstrucción social, económica y política recorren parlamentos y toda suerte de foros e instituciones autonómicas, nacionales y supranacionales. En algunos casos, como ha ocurrido en Castilla y León, con un plausible acuerdo entre las principales fuerzas políticas.
Sin embargo, el necesario debate no siempre está alimentado desde las buenas intenciones. Desgraciadamente se trata, con demasiada frecuencia, del maniqueo intento de culpar al otro, de poner a salvo responsabilidades propias, descargando con distintos grados de intensidad las culpas al partido o institución de enfrente.
En medio del ruido, merece la pena afinar el oído para prestar atención al pensamiento constructivo que impulse la reclamada unidad que nuestros conciudadanos solicitan. En el actual contexto, tan imprescindible resulta atender las necesidades urgentes, como reflexionar sobre el origen de las circunstancias objetivas que han agravado los efectos negativos de la pandemia del coronavirus.
Sostiene Yuval Noah Harari que "los gobiernos que ahorraron gastos en los últimos años recortando los servicios de salud, ahora gastarán mucho más a causa de la epidemia". Desde esa perspectiva, la convicción de que en la normalidad que dejamos atrás está enraizada la dimensión actual del problema, se hace aconsejable propugnar un esfuerzo colectivo analítico, que audite de manera objetiva y sistemática la situación anterior a la crisis y el papel de las distintas instancias de gobierno, de toma de decisión.
Se trata de identificar debilidades para poder consensuar recomendaciones que refuercen los sistemas de control y los protocolos de actuación. Avanzar en una cultura de la previsión, en la anticipación del conjunto de las sociedades ante riesgos y amenazas futuras.
En este desempeño, las instituciones fiscalizadoras, Tribunal de Cuentas y órganos de control externo autonómicos, pueden representar una aportación fundamental si de manera interdisciplinar, junto con epidemiólogos, economistas, biólogos, matemáticos y otros expertos, trabajan en extraer conclusiones útiles como contribución para el futuro.
El papel acreditado que desarrollan en la evaluación de las políticas programadas por las administraciones públicas debiera ser potenciado para que su auditoria de la realidad sea entendida como una herramienta útil, tanto en el diagnóstico de problemas como en la orientación de respuestas a los desafíos que plantea una sociedad cada día más compleja y globalizada.
En ocasiones se ha reprochado a las instituciones de control externo, no sin cierto fundamento, un determinado desajuste temporal respecto a las materias que son objeto de sus fiscalizaciones. Como cualquier servicio público, ahora también deben ser sensibles a las exigencias que plantea un posible cambio de paradigma en muchos aspectos de la vida cotidiana y enfocar su actividad a las preocupaciones que forman parte del diseño de nuevas soluciones.
Desde esta óptica, los itinerarios de (re)construcción no debieran estar guiados únicamente por el ánimo de reparar los daños de toda naturaleza ocasionados por este último virus, sino también por la capacidad de articular políticas públicas que permitan edificar desde bases más sólidas y acordes con un orden de prioridades seguramente diferente.
Decía recientemente Kristalina Georgieva, directora general del Fondo Monetario Internacional, que el objetivo sería "salir de la pandemia del coronavirus de una manera más verde, más inteligente y más justa”. Pues eso.
Ilustración: Jesús Ferrero