El artículo 8 del Reglamento de Organización y Funcionamiento del Consejo de Cuentas dice que la institución utilizará como símbolo el escudo cuatricuartelado de Castilla y León.

Dado el remoto origen del Consejo, durante el reinado de Juan II de Castilla y León (siglo XV) pareció oportuno buscar entre los escudos utilizados durante ese periodo el que sirviera para símbolo del Consejo. Tras una laboriosa tarea de investigación y selección, los candidatos eran numerosos, el Consejo decide crear su marca corporativa a partir del escudo utilizado en la moneda de veinte doblas de Juan II.

Situados en la época de la Contaduría Mayor de Cuentas, institución a la que los Reyes de Castilla y León encomendaron el control de las finanzas públicas, y cuyo primer Ordenamiento completo realizó el Rey Juan II a través de las Ordenanzas de Valladolid de 1437 y de las Ordenanzas de Madrigal de 1442, el Consejo estudia distintas opciones para fijar su imagen.

No es una tarea fácil porque en ese periodo, como en otros de nuestra rica historia, nos encontramos con muy distintos y atrayentes elementos arquitectónicos o escultóricos y, por supuesto, con todo tipo de sellos y monedas. De ahí que el trabajo de selección fuera complicado hasta llegar a la idea que queríamos plasmar en nuestro símbolo:

Los sellos dibujados y pintados en papel plantean algunos problemas ya que, si bien la imagen global es de una gran calidad, los detalles dejan en ocasiones mucho que desear. Sus autores podían trabajar deprisa y sin cuidado y, en ocasiones, presionados por el volumen y la urgencia de las tareas o, simplemente, por la falta de inspiración en el momento de reflejar su obra. Los documentos en los que se sitúan los sellos pueden mostrar, además, argumentos u objetivos nada relacionados con esta institución.

Los escudos situados en elementos arquitectónicos o escultóricos son deudores de la dificultad del trabajo en la piedra pero en este caso, además, el paso del tiempo ha desdibujado sus contornos y perfiles, a pesar de ser algunos tan notables como los que esculpió Gil de Siloé en el panteón real de la Cartuja de Miraflores.

El modelo elegido es el escudo utilizado en la moneda de veinte doblas de Juan II.

Entre las diversas monedas de ese reinado, y aunque algunas plantean los mismos problemas de falta de calidad que los sellos, la de veinte doblas tiene una gran calidad de diseño y ejecución en todos sus elementos

Al estar incluido el escudo en un círculo, este escudo se convierte sin dificultad en un sello para usar en papel. Como color, del escudo y el texto, se ha adoptado el rojo de las banderas de los viejos reinos de León y Castilla.